Salieron a comer en grupo y ya sabes que pasó, al final cada quién pagó su cuenta porque no todos tienen la dicha de que alguien pague por ellos. La lógica humana es que cada quien pague por su deuda.
Es verdad que lo que uno siembra cosecha, que toda acción tiene sus consecuencias, que Dios es justo y no toma por inocente al culpable. Pero si te dijera que todos nosotros hemos sembrado para nuestra propia perdición, que nuestras acciones nos apartan de Dios continuamente, que según Su justicia ninguno podrá declararse inocente sino que merecemos el castigo eterno de la muerte, ¿no sería bueno tener alguna esperanza?
La verdad es que Dios no puede negarse a si mismo, Él es justo y si tienes una deuda con Él, alguien tiene que pagarla. Esa deuda se llama pecado y se paga con muerte. La buena noticia es que Dios no quiere que nadie muera, aunque sea lo que merecemos. Por esa razón Él mismo pago nuestra deuda en su contra con la muerte de Su hijo Jesucristo para satisfacer su justicia y darnos por gracia su misericordia.
La lógica de Dios no cabe en nuestra mente, es ilógica para nosotros. Su deleite es mostrar misericordia, enseñarnos que amar es más que palabras, a veces significa sacrificio. ¿Entiendes?