El cielo estaba cayendose afuera. Truenos, relámpagos y ríos de agua inundaban el centro de Sto. Dgo. Yo, dentro de un autobús leía con gran interés una revista literaria; apreciando los detalles, el texto, la diagramacion y las imágenes. Viajaba hacia la UASD en medio de un diluvio. «Gracias a Dios que estoy aquí» pensé.
A mi lado estaba un joven disfrutando de buena música en su IPhone. Me imagine que era buena por los gestos que hacia, como si estuviera tocando una batería imaginaria, y después un bajo y después cantaba. El pana estaba regalandome un concierto. Cualquiera pensaría que era un músico frustrado, de esos que hay por ahi, pero como el no pensó lo mismo de mi cuando yo escribía en mi cel, yo tampoco debía ponerle una etiqueta. Realmente, en tierra de locos nadie puede acusar a nadie de ser cuerdo. Y quien sabe, quizás mañana yo vaya a uno de sus conciertos y el, por su parte, lea uno de mis libros.