El deseo de Dios siempre ha sido tener una relación con el hombre. Aquí tienes la historia de Su relación con el primer hombre que caminó en esta tierra.
Adán paseaba por el huerto en una perfecta relación con su creador. Pero aunque Adán fue hecho sin pecado, tenía la oportunidad de pecar. Adán tenía la opción de confiar en Dios como la fuente de su identidad, seguridad y propósito o elegir ser independiente, buscando satisfacer sus necesidades por otros medios y decidir de forma independiente lo que era correcto y que no, definiendo por si mismo el curso de su vida. Esta elección se manifestó en la decisión de comer el fruto del árbol prohibido, el árbol del conocimiento del bien y el mal, esto es lo que conocemos como la caída del hombre pero yo prefiero llamarlo la traición.
Así fue como nació el pecado.
El pecado es la manifestación de nuestra insatisfacción con Dios. Es una demostración de nuestro descontento y una declaración de guerra.
Desde ese momento nuestra relación con el Creador cambió. Ya no sería tan cercana, tan plena, tan placentera. Desde ese momento contrajimos una deuda que crecería exponencialmente con el tiempo.
Adán decidió vivir una vida de independencia, creyó que era mejor ignorar la advertencia del Creador y actuar por su cuenta. Quiso ser similar a Dios y no depender de Él. Esto no fue una caída, fue una traición.
La tentación de ser moralmente autónomos promete libertad,[i] pero el resultado verdadero es una cárcel oscura, una esclavitud por tus deseos internos. Después de abandonar a Dios, Adán y Eva perdieron la fuente de la verdadera vida, el Amor de Dios, así como una planta comienza a marchitarse cuando sus raíces son cortadas.
Por primera vez, Adán y Eva sintieron la vergüenza y el miedo que resulta de una relación rota. Ya no podrían cumplir su propósito fácilmente; labrar el huerto y llenar la tierra sería más difícil que al principio porque estarían separados de su creador. Y lo peor, en vez de experimentar una relación cercana con Dios, esta traición creó un abismo entre ellos y Él.
La decisión de apartarse de Dios no solo terminó en un quebrantamiento a nivel individual, sino que produjo una evidente degeneración de la creación y la sociedad en la que vivimos hoy. Fuimos diseñados para vivir en un estado de plenitud perfecta. Sin embargo, desde ese día buscaríamos satisfacer nuestras necesidades por nuestros propios medios, separados de Dios. Nuestros corazones se convirtieron en un taller para crear ídolos, nuestro sistema operativo crearía proyectos de auto salvación. La buena y mala noticia (dependiendo de como lo mires) es que no podemos solucionar este problema nosotros mismos, no hay forma.
La gente busca relacionarse con otros para recibir amor y aceptación, pero ningún otro ser humano puede satisfacer ese deseo completamente. Como resultado, relaciones son rotas, causando dolor e incluso odio. Otros buscan relaciones sexuales para llenar el vacío del alma, pero el sexo solo alivia el dolor temporalmente, así como las drogas. Suele pasar que el vacío se va incrementando y destruyéndonos por dentro, se hace cada vez más doloroso y nos arrastra hacia otras vías de escape, más peligrosas y perjudiciales. Otros buscan ser exitosos en sus carreras profesionales, pero no hay una cantidad de éxito capaz de darnos un pleno sentimiento de seguridad y propósito. Como resultado, nos volvemos adictos al trabajo hasta el punto de enfermarnos. Cualquier estrategia que implementemos para reemplazar a Dios de nuestras vidas puede guiarnos a comportamientos auto-destructivos.
Y eso no es todo, existe una historia debajo de esta historia. Nuestra traición no fue la única pues otra rebelión tuvo lugar en el plano espiritual. Los ángeles que se rebelaron contra Dios fueron expulsados de Su presencia, así como Adán y Eva también fueron expulsados del huerto. En la Biblia se usan varias designaciones para referirse a estos seres espirituales. Son conocidos como demonios o espíritus malignos, incluyendo a Satanás. Estás criaturas desean destruir la creación de Dios influyendo sobre la gente para que sigan la tendencia natural de destruirse a si mismos, a otros y su entorno.
Nuestra situación no suena muy favorable. No solo tenemos una lucha interna con nuestros propios deseos de independencia sino que tenemos la constante influencia externa de otros rebeldes.
Ahora bien, ¿qué se esconde detrás de nuestra rebeldía?
¿Cuál es el origen del mal?
[i] “La tentación de ser moralmente autónomos…”: Esta referencia corresponde a “Apologetics”, escrito por Brian Miller, PhD (Project 215), págs. 3-4.