Tú NO eres mi prójimo

Tola y Machete (nombres ficticios) salieron a robar esa tarde con el sol quemándoles la espalda. La calle parecía un horno. El vapor subía desde el asfalto así como cuando el agua está hirviendo. Ellos no le dieron mente a eso y se fueron en su 115. Llegaron a un residencial más o menos cercano, donde quizás no lo conocerían. Vieron el movimiento de la zona, contando cuanta gente estaba en el área. Notaron a dos hombres en la acera, afuera de una torre, casi llegando a la esquina.

Machete iba manejando, pero se detuvo de repente. Tola sacó un revolver y apuntó a los dos hombres. ¡Bam! ¡Bam! Se escucharon dos disparos. Uno de los hombres se escondió detrás de un poste de concreto, el otro se acercó a Machete. El pobre muchacho había caído de forma brusca al lado de la motocicleta, desangrándose. Tola se estaba arrastrando, tratando de huir. El hombre lo persiguió con su pistola, mientras Tola levantaba la mano en señal de misericordia.

Esto pasó hace un par de días en una calle de Santo Domingo. Cuando vi el video me dolió el alma, porque imagino que estos jóvenes pudieron vivir de otra manera. Luego tuve curiosidad de ver los comentarios y se me partió el corazón. La mayoría de la gente estaba celebrando que estos muchachos fueron asesinados. Algunos se referían a ellos como ratas o basura, despojándoles de toda dignidad y respeto. Yo no apruebo ni celebro lo que estos jóvenes intentaron hacer pero tampoco me alegro por la forma en que murieron.

Es súper fácil llenarse de odio en medio de tanto tumulto, desesperación, sufrimiento, indignación, consternación, dolor, ira, violencia, injusticia y muchas complicaciones más. Buscar enemigos, apuntar y criticar, condenar y juzgar a los demás parece algo normal. Aquellos que consideramos nuestros héroes están a un error de convertirse en villanos. Solo fíjate en las protestas contra la policía en Estados Unidos.

Jesús dijo que amemos al prójimo como a nosotros mismos. El problema es que siempre encontraremos a una persona a quien digamos «tú no eres mi prójimo».

Tratamos de alejar a nuestros enemigos porque tenemos miedo de que nos hagan daño. Quizás no admitimos que es miedo y usamos el odio como arma, mas al final es miedo lo que te lleva a rechazar a los demás.

Todo cambia cuando recibimos el amor de Dios. Cuando vemos a Jesús demostrando su amor por nosotros en una cruz y resucitando para darnos vida eterna, entonces somos capaces de amar a los que amenazan con hacernos daño. Podemos amar sin importar cuales sean nuestras diferencias. Podemos amarlos porque Dios nos amó primero. En otras palabras, el amor es la cura para el temor y el odio.

La verdadera identidad de un cristiano es demostrada en la manera que trata a sus enemigos. Amar a tus amigos y odiar a tus amigos es algo normal. Sin embargo Jesús nos amó aunque éramos enemigos de Dios. Ahora que nos hemos reconciliado con el Padre Celestial, podemos amar a nuestros enemigos. Es como nadar contra la corriente, lo admito. Pero solo aquellos que están vivos pueden ir en contra de la corriente. Esa es la diferencia entre alguien que ha nacido de nuevo y alguien que lo aparenta.

¿Tienes enemigos? ¿Te indigna que te maltraten o te hagan daño? ¿Sientes odio hacia una persona? ¿Tienes miedo a que te atraquen? Te entiendo. Aun así, reconoce quien NO es tu prójimo y ámalo como Dios te amó a ti en Cristo.


Thanks to Logan Weaver for the photo, via Unsplash


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