Mi amistad con Luigi comenzó en el programa de Inglés por Inmersión, en el Instituto Dominico Americano. Quizás fue la suerte o un error en el sistema, pero por alguna razón que desconozco, Luigi fue asignado al nivel 1. Se supone que en este grupo estábamos los estudiantes más inteligentes y de mejor fluidez en el idioma. Luigi casi no entendía nada y tenía un acento súper crudo. A cada rato me preguntaba que decía el profesor o la profesora.
Confieso que, al principio, Luigi me daba pena. A primera vista no tenia nada extraordinario. Su cara estaba afectada por el acné, le faltaban dos dientes, tenía un afro descuidado porque su barbero lo veía cada dos meses y sus brazos parecían palos de escoba. Aun así, Luigi caía en gracia, y tú sabes que es mejor caer en gracia que ser gracioso.
Con el tiempo supe que Luigi era un pana especial. Descubrí que teníamos cosas en común. Él y yo estudiábamos en la misma facultad, jugábamos béisbol y nos gustaban los cómics y las películas de Marvel. Luigi también tenía un buen ojo para el diseño gráfico y el dibujo. No entendí porqué estudiaba Administración de Empresas cuando era obvio que su talento para ser artista era un regalo de Dios, hasta que un día Luigi me dijo, «men, la mayoría de los artistas pasan demasiada hambre».
Luigi es así. Callado, delgado con un afro y mucha hambre, pero hambre de superación. Poca gente puede ni quiere imitarlo. Poca gente puede considerarse su amigo. Supongo que yo soy uno de los dichosos, por eso tengo el honor de contarte su historia.
Dicha historia comienza el día de la graduación. Luigi y yo terminamos el programa de Ingles por Inmersión con muchas memorias compartidas. Por ejemplo, recuerdo una vez que estábamos hablando de mascotas y el dijo que tenía ‘one dog y one bi***’. Todo el mundo se echó a reír pero Luigi no le dio mente y aprendió de su error.
Ese día estábamos sentados en un muro del patio al lado del ascensor. Un grupo de gente iba caminando para el auditorio donde sería la ceremonia. Nosotros sabíamos que se formaría una fila para entrar y decidimos seguir haciendo cuentos. De repente, nuestra conversación se volvió un poco más seria.
–Men, no te había dicho que me llamaron de Alorica.
–Oh, jevi. ¿Qué te dijeron? –yo pregunté.
–Les dije que llamen de nuevo porque no estoy seguro.
–¿En serio, bro? Pensé que te interesaba esa oportunidad.
–Yo también, por eso apliqué y creía que me convenía. El horario no es muy cómodo y el sueldo no es mucho, pero el proyecto que me ofrecieron suena bien. El lío es que la zona donde yo vivo está caliente. Están abusando.
Luigi pausó por un rato, luego añadió.
–Yo se que son excusas, en verdad no estoy seguro porque no veo futuro en ese trabajo. No quiero pasar los días en frente de una computadora, you know, pretendiendo ser lo que no soy. Yo se que necesito una fuente de ingresos. Tengo un proyecto en mente, un asunto con YouTube.
–¿Vas a ser YouTuber? –interrumpí.
–No men, no. Yo no tengo flow para eso.
–Estoy de acuerdo. Aunque hay gente que está buscándose bien ahí. Mira a Kamila.
Luigi se puso de pie, casi de un salto y sin decir más nada. Entonces comenzó a caminar hacia el auditorio haciendo señas para que lo siguiera. Algunos estudiantes rondaban el pasillo frente a la biblioteca, otros estaban sacándose fotos con sus teléfonos celulares. El ruido de los vehículos en la avenida Abraham Lincoln, los gritos de los guagüeros y el cuchicheo de la gente como música de fondo.
Cuando entramos en el auditorio vimos que casi todos los asientos estaban llenos o reservados. Íbamos subiendo para la parte de arriba pero una profesora nos detuvo.
–Luigi, siéntate aquí –dijo ella sonriendo. Recuerda que tu eres un estudiante meritorio.
Me dejó muy intrigada!! Quiero saber que pasa más adelante.
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Gracias, Nicole!
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Que paso luego? Cuéntanos? Interesante historia!!
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Te cuento pronto
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Bonito relato, bonito blog, precioso el contenido.
Enhorabuena.
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Gracias!
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