Anoche, antes de irme a dormir, me puse a pensar en algo muy importante. Luego de leer Isaias 6. 1-8, mi corazón se conmovió al igual que el profeta. Me pregunte, ¿Ni siquiera los querubines pueden ver el rostro de Dios? Y recordé aquel episodio de Moises en la peña. También cuando Jesus dijo: «ninguno ha visto al Padre, sino el hijo.»
Concluí entonces que no hay privilegio mas grande en todo el universo que poder ver a Dios. Y se que para lograrlo solo hay que procurar ser santo. Porque sin santidad nadie vera a Dios. Es mi deseo, para este año y todo el resto de mi vida, ser santo y agradable a Dios.