¿Dónde está mi tesoro?Durante el sermón del monte Jesús tocó muchos puntos importantes de la vida diaria desde una perspectiva celestial. Él enseñó como vivir una vida digna de un hijo de Dios que busca agradar a su Padre con lo que hace, sin descuidar lo que hace en la tierra. En otras palabras, buscando el reino de Dios y su justicia.
A veces creemos que buscar el reino de Dios primero significa olvidarse de lo demás. Jesús no dice eso sino que mediante todo lo demás tengamos pendiente que la prioridad es nuestra relación con Dios. El problema radica cuando nos olvidamos de esta relación y nos enfocamos en lo terrenal, olvidando lo celestial. Yo podría ser el predicador más famoso del mundo pero si mi relación con Dios ha sido descuidada, estoy totalmente perdido y desenfocado. Sin embargo me llama la atención que regularmente este tipo de desenfoques ocurre más con otros oficios. Es decir, un médico puede que se distraiga más fácil que un predicador. Esta distracción es la evidencia de que necesitamos evaluar nuestras vidas y preguntarnos: ¿dónde está mi tesoro?
Los judios veían un tesoro como el lugar donde guardar sus cosas más preciadas y no como las cosas en sí. Era un lugar intimo que no compartían con nadie. Era su propiedad más valiosa. La diferencia es que hoy día nosotros pensamos en tesoros como aquellos objetos de valor (el celular, los seguidores en IG o Snap, el dinero en mi bolsillo, la fama en la universidad, ser profesional, etc.) y vemos eso como símbolos de tener un estatus más elevado que los demás y lo publicamos para que otros vean nuestro tesoro y sientan celo… Nos hemos olvidado que son cosas y las cosas no tienen más valor que el nosotros mismos le damos.
Jesús disparó una bomba atómica a la mente de sus oyentes cuando los retó a no acumular tesoros en la tierra. Los judíos no tenían una perspectiva divina de la vida, ellos creían que morían y luego descansaban en el seno de Abraham, no pensaban en el cielo como el destino final de su alma (con la excepción de los héroes de la fe que andaban como forasteros en la tierra buscando una patria celestial). Cuando Jesús les dice olvídense de guardar cosas materiales en su tesoro terrenal, fue como decirles no sean estupidos, hay algo mucho mejor. Todo esto que están viendo, guardando y valorando puede que un día pierda su valor, alguien se los pueda robar y dejen de verlo. En cambio, busquen aquellas cosas que no se pueden perder.
Jim Elliot dijo:
No tiene nada de tonto dar lo que no se puede guardar para ganar lo que no se puede perder.
Esta es una frase que destruiría muchos sueños modernos. La gente de hoy busca ansiosamente satisfacer sus necesidades humanas (básicas, seguridad, aceptación, superación personal, auto realización) para luego darse cuenta de que a pesar de tener un buen carro, una buena casa, un buen sueldo, un buen titulo, un buen trabajo, etc… su alma no esta satisfecha y todo es vanidad de vanidades.
¿Estoy en contra de tener una casa o un buen carro? No. De ninguna manera. Pero si eso me cuesta mi relación con Dios, prefiero vivir debajo de un puente y seguir andando a pie.
Jesús siendo el verdadero hijo de Dios ni siquiera tenía donde recostar su cabeza. No se sabe donde dormía, ni que comía, pero por tres años y medio anduvo predicando por todo su mundo y no le faltó nada. Él retó a sus discípulos a dejarlo todo y a seguirle. Les advirtió que ser sus discípulos tendría un costo, pero a ellos no les importó porque estaban buscando el reino. La diferencia con los cristianos de hoy día es que no son discípulos, son parte de la multitud… Reciben los milagros, sienten la presencia de Dios, ven la gloria de Dios pero vuelven a su casa sin Jesús, no viven con él. Esto puede que duela, pero es la verdad. Jesús solamente vivía con sus discípulos, no con las multitudes.
Se puede ser parte de una iglesia y aún así ser parte de la multitud pero eso no te garantiza que heredaras el reino de Dios. La multitud escuchaba las palabras de Jesús pero no se comprometía a cumplirlas, los discípulos aunque eran igual de pecadores que la multitud, ponían en práctica las palabras de Jesús y esa es la diferencia.
¿Dónde esta mi tesoro? ¿Qué es aquello que valoro más? Si estás valorando las cosas más que a las personas, entonces tu tesoro no está en el cielo sino en la tierra. Si tu tesoro está en la tierra no esperes recibir recompensa en el cielo. Eso está reservado para aquellos que valoran su relación con Dios más que la fama en su colegio, más que la marca de su cartera o su ropa, más que el celular que tienen, más que la casa en donde viven, más que el dinero que pueden conseguir.
Quiero aclarar otra vez que el dinero, el trabajo, la casa, tu celular, etc.. No son malas. Al contrario, es bueno tener dinero para poder ayudar a tu familia, amigos y la gente que te rodea. Es bueno tener un empleo que te ayude a ganar ese dinero de forma honrada. Es bueno tener una casa donde descansar y vivir, un celular que te permita comunicarte con tu gente pero fíjate que todo depende del uso que le das a las cosas. Fíjate que si la usamos para AMAR estamos demostrando que nuestro tesoro esta en el cielo, porque el amor nunca deja de ser, nadie se lo puede robar ni destruir.
En el corazón hay un tesoro y nosotros decidimos si lo llenamos con orgullo, vanidad, resentimientos, envidia, etc. O lo llenamos con amor, compasión, perdón, favor y gracia.
Por eso guarda tu corazón porque tu corazón guía los pasos que tomas en la vida. Tu corazón siempre perseguirá aquellas cosas que valoras más. Tu corazón siempre buscara llenarse con cosas terrenales o eternas. Las terrenales se pueden dañar pero las celestiales no.
No importa lo que hagas o lo que tengas. Todo eso úsalo para acumular tesoros en el cielo, para fortalecer tu relación con Dios. La moneda del cielo es el Amor. La atmósfera del cielo es La Paz. La meta de un verdadero cristiano es Ser como Jesus.
¿Dónde está mi tesoro? El reino de Dios puede estar en tu corazón. Solo tienes que dejarlo entrar y toda tu vida cambiará.
Quiero motivarte a valorar lo que realmente tiene valor. A usar tus talentos, tus cosas, tu vida para amar a Dios sobre todas las cosas y a tu vecino como a ti mismo. De eso se trata ser cristiano.