Hace muchos años cuando estuve en el colegio hice algo realmente estúpido. Yo estudiaba en un colegio de clase media-alta y mis compañeros parecían tener mucho dinero. Durante el recreo veía que compraban empanadas, refrescos, dulces, etc. y yo a veces conseguía un paquete de galletas. Ansioso y desesperado, decidí robarle 100 pesos a mi papá. En esos días 100 pesos eran igual a 1,000. Mis padres trabajaban duro y cada peso era necesario, entonces se dieron cuenta de que faltaban 100 pesos.
Varios días de búsqueda, preguntando quien había tomado el dinero dieron resultado y encontraron el billete de 100 pesos guardado en uno de mis zapatos. Yo había dicho que no los tenía pero era mentira. Mi mamá se enojó muchísimo y me castigo poniéndome de rodillas sobre un guayo o rallador de hierro con dos piedras en la mano, en pleno sol y en el patio del edificio para que todo el mundo me viera. Esa fue uno de los peores momentos de mi vida, pero un castigo justo por mi desobediencia.
La historia de la humanidad se parece a mi historia. Dios le dio al hombre la oportunidad de gobernar sobre toda la creación pero desobedeció. Aunque tenía todo un jardín para alimentarse, el hombre quiso ser igual a Dios y comió del único árbol que el Creador se reservó para sí, quizás porque pensó que se estaba perdiendo de algo, que Dios le estaba ocultando algo bueno. Al igual que yo hice con mis padres, Adán y Eva traicionaron la confianza de Dios. Algunos llaman a este episodio la caída del hombre pero yo prefiero llamarlo la traición.
Esta traición de la humanidad significó la ruptura de la relación entre ellos y Dios. Es como cuando tienes un noviazgo y tu pareja te engaña con otro. Algo parecido ocurrió en el Edén, la humanidad traicionó la confianza del creador y se postró ante otro dios. El anhelo del Creador fue y sigue siendo habitar en medio de su creación, en una relación intima, supliendo y satisfaciendo todas sus necesidades, pero el hombre pensó que podía ser como Dios, auto-suficiente e independiente y eso provocó su expulsión del Edén, el lugar donde todas sus necesidades eran atendidas por el Creador. De esta manera nació el pecado, el origen del mal.
A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón.
Romanos 1:20-21
El pecado es la manifestación de nuestra insatisfacción con Dios. Es una demostración de nuestro descontento y una declaración de Guerra al creador, es decir: no estoy conforme contigo, me buscaré otro dios.
La gente busca relacionarse con otros para recibir amor y aceptación, pero ningún otro ser humano puede satisfacer ese deseo completamente. Como resultado, relaciones son rotas, causando dolor e incluso odio. Otros buscan relaciones sexuales para llenar el vacío del alma, pero el sexo solo alivia temporalmente el dolor, así como las drogas. Regularmente el vacío se va incrementando y destruyéndonos por dentro, se hace cada vez más doloroso y nos arrastra hacia otras vías de escape, más peligrosas y perjudiciales, porque un abismo lleva a otro abismo. Otros buscan ser exitosos en sus carreras profesionales, pero no hay una cantidad de éxito capaz de darnos un pleno sentimiento de seguridad y propósito. Como resultado, nos volvemos adictos al trabajo hasta el punto de enfermarnos. Cualquier estrategia que implementemos para reemplazar a Dios de nuestras vidas puede guiarnos a comportamientos auto- destructivos.
Todo esto mencionado anteriormente es una extensión de la idolatría, porque los ídolos no solamente son imágenes y figuras hechas por manos humanas para la adoración o veneración de otros, un ídolo es cualquier cosa que ocupe el lugar de Dios en nuestro corazón, prometiendo darnos seguridad, identidad propósito y gozo, cosas que solo Dios puede dar. Un ídolo puede ser una relación, un objeto físico, una persona, una actividad, un titulo, un empleo… las posibilidades son infinitas porque el corazón es una fabrica de ídolos.
La idolatría es el principal crimen de la raza humana
Tertuliano
Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la Biblia narra la historia de cómo la humanidad ha caído en la idolatría, dándole la espalda a Dios. Por esta razón, el primero de los mandamientos prohíbe la idolatría.
Dios habló, y dio a conocer todos estos mandamientos:
Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de Egipto, del país donde eras esclavo.
No tengas otros dioses además de mí.
Éxodo 20.1-3
Ahora bien, el primer mandamiento es el primer mandamiento porque es el primer mandamiento. Esto no lo dije yo, sino Martin Lutero. Aunque parezca que no tenga sentido, si que lo tiene porque no podemos romper ninguno de los demás mandamientos sin romper el primer mandamiento. Es como querer salir de una casa donde solo hay una puerta. Cualquier pecado que cometas tiene su raíz en la idolatría. El apóstol Pablo escribió a los Corintios:
Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir.
Por tanto, mis queridos hermanos, huyan de la idolatría.
1 Corintios 10:13-14
La idolatría es el origen del mal. Ahora, ¿cuál es la solución a este problema?
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