El amor confronta

Una de las facetas del amor, que resulta más contradictorias al sentido común, es la habilidad de producir conflictos. El amor real se alimenta de la voluntad y donde hay voluntad siempre habrán enfrentamientos. Es por amor que deseamos el bienestar de otra persona, aunque esa persona piense que estamos cohibiendo su libertad. 

Katie y yo íbamos manejando hacia North Carolina la semana pasada. Dos horas antes de llegar a nuestro destino recibimos una llamada de mis suegros. Estábamos hablando sobre el viaje y mi suegro me preguntó por cuál ruta el GPS nos dirigía. Le respondí y él se sorprendió, pues esa ruta incluía una carretera peligrosa de noche. Gracias a esa conversación encontramos un mejor camino y llegamos bien al lugar que íbamos.

La mayor prueba de amor que puedes dar a alguien que amas es decirle la verdad. Aunque la verdad confronta y duele también trae salud. Claro esta, hay ocasiones donde nos dicen la verdad para lastimarnos y no para ayudarnos. Quizás has tenido malas experiencias con algún familiar o amigo cercano y por esa razón prefieres evitar roces innecesarios. Eso no tiene que ser así. El truco es saber cómo podemos comunicar algo difícil de la manera más efectiva. 

Jesús enseña que el amor perdona y confronta la ofensa al mismo tiempo. El siguiente pasaje es sobre el perdón y la restauración de un hermano que falla, pues el amor no teme entrar en conflictos. 

»Si tu hermano peca , ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más, para que toda palabra sea confirmada por boca de dos o tres testigos. Y si rehúsa escucharlos, dilo a la iglesia; y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para ti como el gentil y el recaudador de impuestos. ‘

Mateo 18:15-17 NBLA

Jesús comienza esta sección con una posibilidad… diciendo “si tu hermano”. Yo hubiese dicho “cuando tu hermano” porque se que en toda relación interpersonal siempre habrá conflictos. ¿Sería posible pensar que Jesús está preparándonos para manejar desacuerdos con otras personas? ¿Será que podemos nuestros hermanos, aquellos que amamos y nos aman, pueden lastimarnos? ¿Qué debemos hacer en esas circunstancias?

1. Ve y repréndelo a solas

Si alguien te ofende, toma la iniciativa para restaurar la relación. Algunos deciden buscar venganza. Otros prefieren guardar rencor. Dios no hace eso. Antes de abandonarte a las consecuencias de tus errores, primero se acerca a ti y te hace ver tus faltas.

Adán traicionó la confianza del Creador y luego, ¿qué pasó? Dios llamó a Adán y le preguntó dónde estaba. ¿Será que Dios no sabía dónde estaba Adán? ¡Por supuesto que sí! Dios sabe dónde estás y qué estás haciendo. Si él te llama y pregunta qué haces, es porque quiere arreglar las cosas contigo.

Reprender es corregir o amonestar a alguien que ha hecho algo malo. Aunque esta palabra tiene un tono brusco, demuestra que en ocasiones las personas no cambian o recobran su sano juicio al menos que sean confrontadas de la manera correcta. 

La gente no odia el cambio sino la manera en que tiene que cambiar.

¿Cuántos jóvenes estarían viviendo de forma distinta si sus padres o amigos los hubieran reprendido a solas y no en frente de otras personas? ¿Cuántos matrimonios estarían firmes si tuvieran una cultura de confrontación saludable? ¿Cuántos problemas te habrías ahorrado en tu vida si tuvieras un hermano que te hiciera ver tus faltas de manera privada?

Si ves que tu hermano está en falta, habla con él en privado. Si ves que te ofende y no se dio cuenta, habla con él en privado. Si ves que alguien a quién amas y te importa está a punto de hacer algo malo, habla con él en privado. 

No pienses que el amor es ciego y que debe aceptarlo todo. El amor verdadero protege del peligro. El amor verdadero no huye de los conflictos. El amor verdadero difiere cuando la verdad es abusada. La tolerancia y el amor también se expresan con la corrección.

Confrontar el mal o alguien que está en peligro es una muestra de amor real, porque de esa manera es cómo se gana un hermano. 

La meta de la corrección es ayudar a esas personas que amamos sin participar de sus malas decisiones. Yo debo ayudar a mi hermano a ser restaurado, manteniendo una actitud humilde pues yo también soy vulnerable (Galatas 6:1).

Mira lo que dice Levítico 19:17-18 NVI.

‘»No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado. »No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor . ‘

Pero si tu hermano todavía no te hace caso,

2. Intentalo de nuevo

Jesús sabe que somos tercos y duros de corazón. Él sabe que yo no quiero cambiar y reconocer mis faltas fácilmente. Él sabe que necesito motivación extra para reconciliarme con mi hermano o con él. Por eso si me niego a cambiar cuando me corrige en privado, entonces soy forzado a lidiar con otras personas que no estaban involucradas en el conflicto.

La presión de grupo ejerce una fuerza psicológica sobre mí. Algunos tratan de evitar escándalos para mantener su estatus social. Yo pienso que es una pena enfrentar la vergüenza pública. La opinión de otros tiene un efecto interesante entre mi hermano y yo. Es el efecto del testimonio.

El testimonio de dos o más personas servía como prueba o evidencia de la falta. Este mecanismo ayudaba a comprobar la veracidad de algo. En el antiguo Israel, una persona podía morir si dos testigos le acusaban de homicidio (Numeros 35:30). Una sola persona podía mentir, pero dos testigos podían contradecirse entre sí cuando testificaran ante los jueces (Deuteronomio 19:15). La idea era y es que un colectivo decidiera la solución de los enfrentamientos interpersonales y extirpara el mal en medio del pueblo, así como un grupo de médicos operan un tumor del cuerpo de un paciente.

Si alguien te ofende y buscas resolver el problema en privado, el problema queda entre ustedes. Si otras personas son involucradas en la solución de ese problema, ahora hay testigos y la falta de tu hermano es un asunto público. 

Esto parecería algo tedioso, antipático o rencoroso pero no lo es. Grandes problemas son problemas pequeños que no fueron resueltos a tiempo y han crecido. Los conflictos interpersonales que no son sanados a tiempo y en privado, se convierten en un foco de contaminación para toda la comunidad. 

Sanar una enfermedad a tiempo es un acto de amor real. Aunque el tratamiento duele, molesta y cuesta, al final hay alivio y salud.

¿Qué debo hacer si mi hermano no me hace caso? ¿Qué hago si ignora las consecuencias y advertencias de la comunidad? ¿Qué pasa si mi hermano sigue haciendo lo mismo, una y otra vez…?

En ese caso no hay más remedio. Dios no quiere que yo abuse de mi hermano o que otros abusen de mi persona indefinidamente. Llega un punto donde debo separarme para evitar el maltrato. 

Jesús dice: “trátalo como al gentil y el recaudador de impuestos”… estos individuos eran excluidos de la comunidad religiosa judía. Algunos eran considerados enemigos. La idea es que debo apartarme de aquellos que buscan dividir el cuerpo de Cristo (Romanos 16:17).

No temas confrontar, diferir o corregir alguien que amas, porque el amor de Dios NO es indulgente. Cristo no es débil o condescendiente. Él es el SEÑOR. Es decir, el que manda (2 Corintios 13:2).

Si eres el que ha ofendido a tu hermano, evita ser abandonado a tus errores. Acepta la corrección y reconoce que:

»Las heridas de un amigo sincero son mejores que muchos besos de un enemigo.»

Proverbios 27:6 NVI

Acepta el desafío a imitar la actitud de Cristo.

»No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. »

Filipenses 2:3-8

Confrontar, diferir o corregir a las personas que amas no es ni será fácil. Esta tarea requiere humildad, paciencia e inteligencia. La clave para hacerlo bien consiste en desarrollar una actitud correcta. Pensar que tienes una oportunidad de ganar a tu hermano, ayudándole a ver algo que quizás él no vea por sí mismo. 

¡Tú puedes librar a los que amas del peligro! 


Photo by Jonathan Harrison, via Unsplash.com

Publicado por Mario J. Jiménez

Discípulo, esposo y pastor hispano en HighPoint Church Orlando. Disfruto escribir con una taza de cafe al lado. También me gusta leer, correr y ver películas. Intento exponer verdades profundas con claridad y sencillez.

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