– So… ¿Qué vas a hacer ahora? -le pregunté a Nikka dos días antes de la graduación.
– Voy a Louisiana con Heather y mi iglesia para ayudar a las familias que perdieron sus casas por la inundación -me dijo ella.
– Nice! ¿Puedo ir? -indagué con entusiasmo.
– ¡Claro! Le preguntaré a Heather…
Boom! Dos días después y luego de recibir el diploma por participar en la escuela de Campus Ministry Every Nation estábamos camino a Louisiana en Kevin (el Jeep naranja de Nikka) y llegamos a Hammond a las 4:00 am después de nueve horas de viaje. Al otro día comenzamos a trabajar y servir a la gente que literalmente perdió todo.
Esa fue la bienvenida a esta nueva etapa de mi vida como misionero. Estoy emocionado, sorprendido y sumamente agradecido por esta oportunidad de servir a tiempo completo. Claro, debería estar nervioso pero por muchas razones no lo estoy. La principal de todas es que no estoy solo, se quien me acompaña, se quien soy y para que fui formado. Tengo un llamado. He sido entrenado y no estoy presionado por una evaluación o una meta (aunque las tengo), no temo a lo que otros piensen o no piensen de mi (aunque lo aprecio), tampoco a lo que otros hagan o dejen de hacer. Estoy cubierto con el favor de Dios como un escudo.
Fueron seis semanas intensas, de mucho aprendizaje y crecimiento, fue como estar en la cima de una montaña dejándote transformar por Dios y Su palabra. Es sorprendente cuanto puedes aprender y cambiar si estás dispuesto a soportar el proceso. El resultado será una increíble transformación que te dejará con la boca abierta.
Durante seis semanas pude compartir mi vida con nuevos amigos de diferentes partes del mundo. Más que compañeros de clase, se convirtieron en mi familia y aunque dolió, fue genial madurar junto a ellos. Saber que soy parte de una generación valiente y esforzada me da energía extra porque la carrera siempre parecerá más corta y ligera si corres en equipo.
Tengo muchísimas lecciones que compartir y es difícil elegir por donde comenzar, muchísimas historias por contar y otras por completar. Muchísimas victorias por lograr y celebrar. ¡Hagámoslo un día a la vez! Dios siempre encuentra una forma de hacer que las cosas pasen porque él siempre cumple sus promesas.